domingo, 13 de mayo de 2012

nosotros

Nosotros. Había un nosotros, hasta que decidimos ser simplemente tú y yo. La verdad es que no se cuando se nos ocurrió esa disparatada idea de lanzarnos tan bajo, para luego no poder subir. Y lo intenté, lo intentamos. Hicimos maniobras para ascender diez metros, pero no fue suficiente. Ahora nos separan miles, millones de metros, y estamos sentados en la misma mesa. Actuando como si todo, como si de la nada, con una palmada, se arreglase. Hacen falta muchas palmadas, y fuerza. Siento decirte que fuerza ya no me queda. Ganas, tampoco. Tú, tan loco. Yo, tan arriesgada. Y una imagen de millones de estrellas que esa noche nos acompañaba. Ahí, en un rincón, donde el abrazo tan fuerte que te di no parecía tanto. Gasté todas las fuerzas que me quedaban. Y nada. La primera vez que sentía frío en una noche de julio. Cuando en ese justo momento debería estar limpiándome las lágrimas, eras tú el que se derrumbaba. Caminaste todo recto, con la esperanza de que te siguiera para volver a intentarlo. Pensando en como habíamos llegado a ese punto, que habíamos echo mal para dejar de sentir. Y es que no nos queda nada. Asumámoslo. Preferí mirarte mientras te ibas. Preferí taparme los oídos para no escuchar ese te quiero que gritaste a toda voz. Lo que pasa es que hoy las palabras se las lleva el viento.

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