jueves, 31 de mayo de 2012



El momento en el que su sonrisa se extendía a través de sucara, yo sonreía simultáneamente. Era algo inevitable. Sonreía tan cálidamente que tenía la sensación de estar envuelta en sus brazos ¡Y se formaban hoyuelos en sus mejillas! Eso era lo que más me gustaba de su sonrisa, los pequeños huequecillos que aparecía en su rostro cuando estaba realmente contento. Ese era el mejor momento del día, cuando junto a mi, él sonreía con total sinceridad, le salía de dentro, lo notaba. Después, cuando ya no se podían ver sus dientes, sonreía con la mirada, a pesar de que parezca imposible.

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